martes, 7 de mayo de 2013

IGLESIA SANTA CATARINA


REPOSO DE LA VIRGEN EN TIEMPOS DE EPIDEMIAS

Ubicada en República de Nicaragua esquina con República de Brasil. Con casi cinco siglos de historia, la actual Iglesia de Santa Catarina sigue en pie y ofrece uno de los mejores lugares para conocer de cerca la arquitectura colonial que existe en el centro histórico del Distrito Federal, con una destacada muestra del barroco español y el churrigueresco mexicano. Este edificio se consagró como parroquia, dado que el barrio proliferó rápidamente. Casi un siglo después, en el año de 1629, el edificio sufrió graves daños tras una aparatosa inundación; por esta razón, el inmueble fue reedificado y abierto al público en el año de 1662, gracias a las donaciones que hizo Doña Isabel de la Barrera, esposa de Don Simón de Haro.

Tiempo después, el templo fue demolido para llevar a cabo un nuevo proyecto arquitectónico que abrió sus puertas en febrero de 1740, el cual se mantiene en pie hasta la actualidad. Esta iglesia fue creada en 1568 para asistir a la Catedral Metropolitana con la población blanca, mestiza y castas, a la que tenía bajo su jurisdicción. Su construcción y mantenimiento fueron financiados por la cofradía de Santa Catarina Mártir, hasta que en el último tercio del siglo XVIII fue proclamada parroquia. Su advocación a la teóloga y mártir Catarina, patrona de la Real y Pontificia Universidad de México, la convirtieron en titular de una élite culta.

Uno de los privilegios que distinguió a la parroquia fue ser sitio de reposo de la Virgen de Guadalupe cuando se le trasladaba del Tepeyac a la Catedral Metropolitana, recorrido que solía hacerse en tiempos de epidemias, tormentas o ruegos para evitar calamidades. Su construcción y retablos barrocos fueron remodelados con un estilo neoclásico hacia mediados del siglo XVIII.

Por su jerarquía y ubicación geográfica, al comienzo del Camino Real, hacia el norte y noreste, y en línea recta hacia la Catedral, en el templo y la plaza de Santa Catarina se iniciaban diversos festejos que se celebraban en la capital. Hasta las primeras décadas del siglo XIX, en su plaza se instalaba semanalmente un mercado, y hasta 1810, antes del movimiento de Independencia, se montaban espectáculos para dar la bienvenida a los virreyes o festejar a la Real Universidad con sedas colgantes, lienzos coloridos, mascaradas y guardias montados.

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