lunes, 26 de enero de 2015

TEMPLO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL

EVITAR LA ENTRADA DEL DEMONIO A LA NUEVA ESPAÑA
Muy cerca del metro Pino Suárez de la línea azul del Metro, se encuentra esta antigua e importante iglesia que (sus feligreses bien saben) no abre en lunes, y que fue fundada en el año de 1690 convirtiéndose en un verdadero símbolo de los tiempos del virreinato en la Ciudad de México por ser la segunda parroquia fundada en México. Sobre su costo, se sabe que fue la valiosa cantidad de seis mil pesos de aquel tiempo. Terminada de construir por el arquitecto Pedro de Arrieta, su portada está custodiada por dos torres octagonales que en sus ángulos forman una taracea de cantera. La parte superior está ocupada por un arcángel San Miguel labrado en relieve sobre mármol, en tanto las torres y la cúpula, revestidos de azulejos, le dan una sobria elegancia.
Una descripción efectuada en 1931 añade que es una grandiosa iglesia, la cual no luce debidamente por lo angosta que es la calle a la cual da su fachada principal. Cuando se erigió el inmueble, ocupaba el terreno comprendido entre la cerrada de San Miguel al oriente, hasta la actual calle de 20 de Noviembre. Al interior hay dos capillas: la primera, ubicada junto al presbiterio, está consagrada a Nuestra Señora del Pilar y la segunda, más pequeña, a San José. Su altar mayor, reconstruido al estilo neoclásico, guardó joyas invaluables hasta 1861, cuando por orden del gobierno fueron confiscadas numerosas alhajas y objetos de oro empleados durante la consagración.
Esta parroquia fue una de las destinadas a atender solamente a españoles, y en noviembre de 1812 se nombró en ella a los representantes de las Cortes de Cádiz. Su feligresía abarcaba el sur del casco urbano, zona en la que se ubicaron los barberos de prestigio, quienes cortaban el pelo y rasuraban al cliente por dos reales, empleando, además de navajas inglesas. La ubicación de esta iglesia es por demás peculiar, pues fue edificada según una vieja costumbre europea, misma que avalaba que la iglesia en la entrada de una urbe, tenía que ser consagrada a este arcángel.
Esta iglesia se construyó en lo que fue la entrada de la antigua Ciudad de México. Además en ella, podrás encontrar arte sacro invaluable, y a Santa Zita, la santa a la que le rinden sus oraciones las empleadas domésticas. Si visitas la iglesia de San Miguel Arcángel te darás cuenta que su relevancia es mayor, por tratarse de la segunda parroquia que fue edificada en esta capital por allá del siglo XVII. Su principal función era repeler, a decir del clero de la época, era evitar la entrada del demonio a la Nueva España. Otra particularidad de este templo, es que en su exterior, que da a la calle de Izazaga cuenta con un retablo labrado en cantera con la advocación a las Ánimas del Purgatorio y una placa, donde se le exhorta a todo caminante que pase por ahí, a rezar una oración por aquellas almas pérdidas.
Además, esta parroquia es muy famosa por las misas de difunto que se celebran en ella, pues según consta en una placa al interior de la misma que el Papa Gregorio XVI, concedió a todo sacerdote que celebre misa de difuntos en el altar mayor, sacar del Purgatorio al alma por quien aplica la misa.

SAN NICOLÁS DE BARI Y NO SANTA CLAUS

Es de destacar que en esta Iglesia de San Miguel Arcángel, hay un nicho donde destaca la figura de San Nicolás de Bari quien falleció en el año 345. Su nombre significa “Protector y defensor de pueblos”. Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y prácticamente con esta fecha se empezaban las festividades de diciembre. Como en alemán se llama "Sankt Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus. Nació en Licia (que se localiza en la actual Turquía), de padres muy ricos. Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres.
Decía a sus padres: “sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dado tanto”. El emperador Diocleciano decretó una persecución contra los cristianos y Nicolás fue encarcelado y azotado, pero siguió aprovechando toda ocasión para enseñar la religión a cuantos trataban con él. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde estuvo de obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los musulmanes invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. Las antiguas historias de los niños y los regalos dieron lugar en Alemania, Suiza y Holanda a la leyenda del “niño obispo” y sobre todo a la costumbre de que San Nicolás traiga secretamente regalos para los niños el 6 de diciembre, día en que la Iglesia celebra su fiesta.
Dicha costumbre fue popularizada en los Estados Unidos por los protestantes holandeses de la ahora Nueva York, que paganizaron al santo católico convirtiéndolo en un mago nórdico llamándolo “Santa Claus”. La mitra de obispo fue remplazada por el hoy famoso gorro rojo, desaparecieron su cruz pectoral y lo mudaron de Turquía al Polo Norte, de donde viene por la nieve en un trineo jalado por renos, pero en realidad nada tiene que ver con ese personaje regordete que viste de rojo y es obra de una refresquera.

Roberto Samael C E