domingo, 8 de junio de 2014

LA PIRÁMIDE DEL METRO PINO SUAREZ

EL DIOS DEL VIENTO EHÉCATL
Por Roberto S. Contreras Esparza

Vivimos en una gran ciudad que se erigió encima de otra por tal motivo, es hasta “común” encontrar vestigios de esa grandeza de nuestro pasado, lamentablemente, muchas veces por ignorancia o desinterés vemos edificaciones increíbles a las que no les prestamos la atención que merecen, pero cuando les damos un poco de atención, cuando nos paramos a ver sus detalles y a conocer lo que representan, nos damos cuenta de toda la historia que se ha depositado ahí, en ellas a través de los años y nos hace pensar e imaginar en sus constructores, que función tenían, para que las hicieron y sobre todo, de esa vibra acumulada a través del tiempo. Como es lo que sucede con esta construcción, la Pirámide del Metro Pino Suarez.

El icono utilizado en la estación metro Pino Suarez, representa a la pirámide ubicada sobre el trasborde de misma estación en la Ciudad de México. Esta construcción está relacionada con el dios Ehécatl (dios del viento) y para algunos estudiosos de la cultura mexica, Ehécatl era tan venerado como Tláloc o Quetzalcóatl. La pirámide fue descubierta durante las excavaciones para la construcción de la estación Pino Suárez y señala el límite sur de la gran Tenochtitlan. Y ese emplazamiento único y privilegiado, hace que sea contemplada cada año por 54 millones de personas, que por comparar, es 21 veces más que las personas que visitan la Zona Arqueológica de Teotihuacán. Obviamente, esta visita se debe al flujo de las personas y es involuntaria y no así la de Teotihuacán.

Es la Zona Arqueológica más pequeña de México puesto que solo ocupa un espacio de 80 metros cuadrados. Y afortunadamente se ha restaurado y se conserva el sitio para el aprecio de quien quiera verla. Esta pirámide forma parte de un gran recinto ceremonial localizado en la calle de José María Izazaga. Contaba con un gran patio, escalinatas en tres de sus lados, varios adoratorios colocados en el centro, habitaciones conectadas entre sí por pasos exteriores, canales y muros que constituían un corredor de acceso de la calzada de Iztapalapa a México Tenochtitlan.

La mayor parte de las estructuras fueron destruidas durante la construcción del metro, aunque se pudieron rescatar algunas piezas depositadas en su interior como ofrendas. La más famosa de ellas es la figura conocida como “La monita”. Una extraña y rarísima escultura labrada y pintada en rojo y negro, que representa la figura de un mono que lleva la máscara bucal del dios del viento Ehécatl.

Una de las características de esta pirámide, es que cuenta con cuatro grandes etapas constructivas similares a los del Templo Mayor de México-Tenochtitlan. El patio, de buenas proporciones, tenía escalinatas en tres de sus lados (norte, sur y este), varios adoratorios colocados al centro, celdas habitacionales comunicadas entre sí por medio de pasos exteriores, muros y, hacia el norte, una gran plataforma que le daba unidad arquitectónica. Cabe destacar que en cada uno de los adoratorios se recuperaron ofrendas importantes.

EHÉCATL DIOS DEL VIENTO

Usualmente se le interpreta como una de las manifestaciones de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, tomando el nombre de Ehécatl-Quetzalcóatl, apareciendo en el aliento de los seres vivos y en las brisas que traen las nubes con lluvia para los sembradíos. Y se cuenta históricamente que, es uno de los dioses principales de la creación y héroe cultural en las mitologías de creación del mundo. Su aliento inicia el movimiento del Sol, anuncia y hace a un lado a la lluvia. Trae vida a lo que está inerte. Se enamoró de una muchacha humana llamada Mayáhuel, y le dio a la humanidad la habilidad de amar para que ella pudiera corresponderle su pasión. Su amor fue simbolizado con un hermoso árbol, el cual crece en el lugar en el que llegó Ehécatl a la tierra.

Según el mito azteca, luego de la creación del quinto sol, éste estaba fijo en un punto del cielo, al igual que la luna, hasta que Ehécatl soplo sobre ellos y los puso en movimiento. Usualmente era representado con una máscara bucal roja en forma de pico. Con ella limpiaba el camino para Tláloc, dios de la lluvia, y los Tlaloques, dioses menores de la lluvia. En ocasiones se le representaba con dos máscaras, tiene un caracol en el pecho, pues el viento es usado para tocar el caracol, y asemeja el sonido del viento; Sus templos normalmente tenían forma circular, para tener menor resistencia al viento y ayudar a su circulación. A veces se le asociaba con los cuatro puntos cardinales, pues el viento viene y va en todas direcciones.

Se le representaba con diversos nombres según el lugar donde procedía. Su aliento inicia el movimiento del sol, anuncia y hace a un lado a la lluvia. Trae vida a lo que está inerte. Se enamoró de una muchacha humana llamada, Mayáhuel, y le dio a la humanidad la habilidad de amar para que ella pudiera corresponderle su pasión. Su amor fue simbolizado con un hermoso árbol, el cual crece en el lugar en el que llegó Ehécatl a la tierra. Según el mito mexica, luego de la creación del quinto sol, éste estaba fijo en un punto del cielo, al igual que la luna, hasta que Ehécatl soplo sobre ellos y los puso en movimiento.