miércoles, 3 de agosto de 2016

TEMPLO DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

ZUMÁRRAGA FUE SU FUNDADOR
En el año de 1532 fue fundado el Colegio de Niñas y Zuleta en lo que posteriormente serían las calles de Bolívar y Venustiano Carranza. Fue Fray Juan de Zumárraga quien le dio el carácter de Colegio con el objetivo de recoger y educar niñas huérfanas mestizas y españolas.
De su organización estuvo a cargo la Archicofradía del Santísimo Sacramento, con su sede en la Catedral Metropolitana. La institución funcionó inicialmente en una casa alquilada, con la dirección de una española viuda llamada Inés Álvarez. La instrucción que se le brindaba a las niñas era la doctrina de la fe católica aunque nunca fue dirigido por monjas, por lo cual se prefirió la experiencia de mujeres casadas o solteras en edad madura.
En el paso de los años se adquirieron varios inmuebles con la finalidad de tener mayor espacio para el Colegio, hasta casi lograr obtener la manzana completa, por lo que llegó a contar con cocina, botica, despensa, enfermería, dormitorios, biblioteca, baños, lavaderos, huertas y otros espacios numerosos y diversos. El colegio contó con una capilla sencilla de uso privado, sin embargo ésta fue sustituida más tarde por un templo más grande que posteriormente fue abierto a todo el público.
Durante los siglos XVI y XVII el colegio fue reconstruido y se realizaron numerosas reparaciones por los desastres que azotaron la ciudad de México. Lo mismo ocurrió en 1845 cuando el templo se dañó de nuevo y tuvo que ser remodelado, concluyendo en 1847. Fue hasta finales del siglo XIX cuando quedó bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes.
El interior de esta gran edificación es sobrio y pertenece al estilo neoclásico decimonónico. Destaca su belleza, grandiosidad y su altar principal dedicado a la Virgen de La Caridad, el cual está rematado por un relieve polícromo de “La Visitación”, que se realizó en el siglo XVIII. Su capilla lateral fue dedicada al Espíritu Santo y posee una belleza extraordinaria pues cuenta con esculturas de finos detalles en que se representan los dones del Espíritu.
Roberto Samael C E